La música popular no puede ni debe ser estática, eso quedó demostrado una vez más a mediados de los noventas, década más conocida por la supremacía del grunge rock.
Liam Paris Howlett es uno de los artífices de esta revolución musical, junto al vocalista Keith Flint había formado The Prodigy a inicios de los '90s. Liam es pianista y principal compositor de la banda, que al igual que otros referentes de la nueva movida como The Chemical Brothers y Fatboy Slim, combinó la fiereza del rock más rebelde como el hardcore punk y el heavy metal con la energía del rave hardcore, dando origen al big beat o sonido electrónico caracterizado por breakbeats pesados, samples, líneas ácidas de sintetizador y golpes de batería en forma de compás cuaternario (de 120 a 140 golpes por minuto).
La intensidad de esta música es conocida, la ha heredado como comentaba del punk rock y también de la música sicodélica setentera. Pero su componente de música industrial también es muy notorio, le da una más que interesante cuota de energía y explosividad.
Este The Fat of the Land que hoy les comento es el tercer larga duración en estudio de The Prodigy, y fue muy aclamado por la crítica especializada. Tiene un sonido tan obscuro como potente, principalmente en los temas donde Keith Flint es el cantante principal, es decir, Breathe, Serial Thrilla, Firestarter y Fuel My Fire (cover de L7). Todos los cortes precitados transmiten mucha energía, rebeldía y por qué no decirlo, también una dosis de decadencia.
El acento inglés de Flint es característico en la música de The Prodigy, así como su facha de punk radical que se puede apreciar en los vídeos oficiales del grupo, especialmente en el de su primer hit internacional Firestarter, que fue objeto de controversia al asociarse las imágenes y letra de la canción con la violencia. Cabe mencionar que el efecto en el riff principal es un sample del tema "S.O.S." de The Breeders.
Otra canción destacada y que es considerada de culto en la escena electrónica, es la polémica Smack My Bitch Up. Cuenta con la colaboración de los cantantes Kool Keith y Shahin Badar y tiene un ritmo vertiginoso. La melodía vocal es mística, casi hindú en la parte central, cortesía de la bella voz de la cantante Shahin Badar, mientras que la parte vocal principal es un sampleo de "Give the Drummer Some" de Ultramagnetic MCs.
Funky Shit por su parte llama la atención por sus teclados tan industriales y la poderosa percusión que literalmente terminan atrapándote. Un detalle curioso es que más que una melodía vocal, el track sólo cuenta con unas voces a modo de arengas que mencionan una y otra vez Break! así como una voz femenina que repite "Oh my God, that's the funky shit".
El misticismo regresa en la atractiva Narayan, principalmente por el canto exótico de Crispian Mills, más conocido como líder de la banda indie Kula Shaker. Los teclados contribuyen con ese clima místico del tema, otra genialidad de Liam Howlett.
De los bonus tracks sobresale el tema instrumental No Man Army, cuya característica principal es el sonido guitarrero conocido de Tom Morello de Rage Against the Machine.
Si eres seguidor del rock más clásico o de vertientes más duras, probablemente esta música que etiquetaría como dance punk electrónico, no sea de tu total agrado. Pero a quien le guste variar un poco seguro que le gustará, más aún si hay interés por comprender la real y natural evolución de la música popular que fusiona géneros diversos.
Con ustedes, The Prodigy, con todas sus innovaciones y también con sus samples. Ya lo saben, lo noventas no sólo fueron grunge, también fueron del big beat o electronic dance, una mezcla ecléctica de rock y rave hardcore.
Nota: 4 de 5.
Nota: 4 de 5.
